domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Cine de magnates o cine de aldeas?



Siempre hablamos aquí del viejo cine hecho por minorías que tienen el control de la producción comercial y del cine que circula.
Leía en el último Nº de los Cahiers du cinema la entrevista a Quentin Tarantino en la extensísima cobertura que le dedican sobre su última película Malditos Bastardos.
Bueno, no nos interesa la entrevista en sí sino el despliegue de poder que nos salpica al leerla. Es algo que suele pasar cada vez que un director de primer nivel en la industria habla de su cine.
Aquí, como somos monotemáticos, (monos con temas, que se dice) pues este tipo de demostración de saber y poder industrial nos producen siempre las mismas raras vibraciones: seguimos viendo el cine de estos pocos ricos que nos invaden con sus elaboraciones personales. Cuenta que estuvo trabajando en el proyecto dos años aunque la idea la comenzó hace diez, “en medio hizo sus exitosas Kill Bill”, y luego se puso otra vez a escribir esta idea hasta que se plasmó en este “esperadísimo film”. El mundo esperaba esta historia ansiosamente, dicen. Necesitábamos, parece, a nivel mundial, un remake de “Los cañones de Navarone” de J. Lee Thompson, 1961 mezclado con algo de Doce en el patíbulo de R. Aldrich, 1967 entre otras. Era impresindible ver en cine ”el sabotaje de un preestreno nazi en un cine del Paris ocupado durante la guerra”. A partir de su visionado seguramente abordaremos muchas de la problemáticas que acosan nuestra vida de otra manera.
Circulan cifras que dicen que hacia finales de agosto ya había recaudado 40 millones de dólares en los USA y Canadá y otras que hablan de 70 millones de inversión. 70 millones de dólares. Se dice pronto.
No podemos disimular el rechazo de esta exhibición millonaria de un tipo y su equipo de producción delante de nuestras narices al que debemos mirar pasiva y admirativamente mientras hace sus maniobras financieras, sus negocios y especulaciones. Parece que su productora iba mal de pasta y esto podía salvarle. Nos lo imaginamos incluso apremiado por la precariedad en su residencia.
Sí. Es que cansa este apabullamiento de magnates o aspirantes a magnates cinematográficos. Lo mismo pasó aquí con el repugnante despliegue almodovariano de su última película.
Pura censura financiera. Todo lo que no sea potencialmente un éxito comercial, censurado. Y para esto, se requieren unas condiciones específicas planteadas incluso a nivel de la legislación del cine. “No se financiará ningún tipo de cine u obra audiovisual que no de frutos económicos claros y se obviará o se le darán migajas monetarias a cualquier tipo de realización que pretenda quedarse solo en los beneficios sociales, políticos o incluso estéticos”, parece ser la máxima.
El mismo autor que citábamos en el artículo pasado, Benet, comenta que “la censura se refiere a todas aquellas transformaciones que se producen en un filme debido a restricciones derivadas del marco social en el que aparece. Estas limitaciones pueden estar relacionadas con costumbres o comportamientos culturales, o por la influencia política o moral de determinados grupos".
Hay dos motivos -dice- que han hecho que de todas las artes, el cine haya tenido por sobre todas un control tan absoluto: una, porque (la censura) tiene repercusiones directas en el estilo cinematográfico y dos, porque la censura está estrechamente ligada a la construcción industrial del cine y su establecimiento, depende, en gran medida de sus agentes económicos.
La censura, obviamente, genera siempre un afuera. El sí a un tipo de inversión supone el no a otros.
¿Qué es entonces lo que posibilita un ejercicio financiero como el de Tarantino y sobre todo cuántas otras prácticas cinematográficas, planes de democratización en la enseñanza del cine, planes gubernamentales de documentación audiovisual, de autorepresentación de grupos sociales,etc, quedan fuera de toda posibilidad cuando el dinero privado y muchas veces el público, opta por dar salida a un despliegue tarantiniano o almodovariano?, ( o del pequeño magnate que sea, vamos, que nos da lo mismo).

Justo hoy, consultábamos por otro asunto, la página web del proyecto Video en las aldeas de Brasil . Un proyecto de unas repercusiones enormes a nivel de la autorepresentación de diferentes comunidades indígenas de brasil. Nació en el año 1987 con el propósito el de promover el encuentro del indígena con su imagen, de hacer del video un instrumento de expresión de la identidad de los indígenas, así como un reflejo de la visión que tienen de sí mismos y del mundo..
Transcribimos uno de los textos explicativos que no necesita comentarios:
• Video en las aldeas: procesos de apropiación y uso del video por diferentes comunidades.
• Encuentros: encuentros e intercambio entre pueblos que se conocieron a través del video.
• Rituales: una manera de abordar rituales y tradiciones culturales con la participación indígena. Realizadores indígenas: documentales realizados en el transcurrir de los talleres de capacitación.
• "Programa Indígena": una serie de cuatro programas para la televisión educativa en donde , además de personajes, los indígenas son co-realizadores y presentadores.
• Conflictos Amazónicos: conflictos en la Amazonía y experiencias con el desarrollo sustentable en las áreas indígenas.
• Indígenas en Brasil: una serie de diez videos realizados para TV Escola (canal de televisión educativa perteneciente al Ministerio de Educación) que presenta un perfil de la realidad indígena contemporánea.

No sabemos qué presupuesto manejarán, claro, pero no sé por qué nos da por pensar que no son 70 millones de dólares. Ya cuentan en su haber cerca de 70 films. Los beneficios sociales de un proyecto de esta magnitud son evidentes, como evidente es que programas como estos, con un flujo de dinero importante pueden volverse hasta subversivos si los dejamos crecer. Sí, mejor que Tarantino nos entretenga con su historia.
Y claro, dirá alguno, "siempre con ejemplitos de otros sitios y encima de indígenas". Nos encantaría citar más ejemplos de nuestra propia sociedad pero nos cuesta encontrarlos y cada vez estamos más convencidos de que procesos de cine no capitalistas se pueden desarrollar entre mentes y redes sociales que funcionen no-capitalisticamente. Y otro dirá: “pero ez que no se puede eztar al margen del capitalizmo”. Uf. ya ya, chaval... y había una vez un hombre malo que no pagaba hacienda...”

Por supuesto que podemos no ser ingenuos y pensar que lo que pasa es que los magnates no se enteran de proyectos cinematográficos de beneficio social como el que citamos arriba porque si los conocieran, por su carácter altruísta, seguramente los apoyarían, pero es que el punto repugnante no es el orígen del flujo bancario-cinematográfico solamente sino encima, el ritual comercial de cada país, incluyendo a la refinada crítica que danza al son de estos gigantescos y sofisticados payasos capitalistas de la industria del cine tratando de beneficiarse de sus juegos cinéfilo-financieros. (Lo de payasos nos viene al ver sus patéticas fotos de glamour guay con que aparecen al lado de unas noticias como “Quentin Tarantino dice que fumó marihuana con Brad Pitt en una fiesta. El hecho ocurrió durante una reunión en la casa del actor, en el 2008. El director de "Kill Bill" hizo esta revelación en una entrevista”.
No más comentarios Su Señoría.
No podemos menos que sentir repugnancia por este sistema de producción capitalista cuando vemos estos enormes desfases entre los jueguecitos de los magnates o aspirantes a magnates de los negocios del cine y lo que con el cine se podría hacer.
Hemos puesto esa foto a pie de artículo porque expresa un deseo oculto que escondemos (sshhhh...que no podemos revelar): que un suicidio colectivo de magnates fílmicos como Tarantino nos ahorraría tiempo y disgustos y encima crearía un pequeño y momentáneo vacío autoral aprovechable. Superestructuralmente hablando, claro, el tipo no nos ha hecho personalmente nada. Pero, bueno, basta mirar la falsedad de la foto para saber que no veremos cumplidos nuestros deseos clandestinos.

¿Y aquí qué?. Estamos seguros que iniciativas sobran pero medios y voluntad política oficial que apoye, faltan o sencillamente no existe o sencillamente son muchas veces un verdadero obstáculo para el desarrollo de otras formas de cine. No dejamos de tener el triple muro de la vergüenza en frente de nuestras narices: por un lado la legislación del cine a la que siguen forzándola para que genere una estructura industrial con todos sus rituales; por otro la casta profesional del cine que se desespera por vivir de este modelo y por otro la colonización de los procedimientos que esta industria ha inyectado en nuestras cabezas y que nos hacen soñar poco o nada con otras formas de producción no capitalistas.
Pero se puede hacer “cine en las aldeas” de nuestra propia sociedad, claro que se puede. Basta con que algunos cineastas y videocreadores y creadoras bajemos hasta ellas con los medios que tengamos a mano y nos perdamos allí de una vez haciendo películas con otros procedimientos. Lo haremos. Lo haremos. Solo hay que planearlo bien. Pero estamos en ello.

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